Supongamos que acabas de cambiar de Windows a Linux: tienes que adaptarte a muchas cosas (mira este post), pero quizá hay una que merece un artículo aparte.
No sé si ya lo habrás adivinado, pero sí, me refiero a las actualizaciones. Y es que (casi) todos los usuarios de windows sufren versionitis. Resumiendo, necesitas actualizar todo YA. Claro, esto puede deberse perfectamente al hecho de que Microsoft nos mete las actualizaciones de windows hasta en la comida (en windows 10 no se pueden ni desactivar). O bien al hecho de que windows tiene más agujeros de seguridad que una red, por lo que hay que estar siempre actualizando esto y aquello. Incluso si sale una versión nueva de Windows te llenan el escritorio de banners para que actualices.
Si has cambiado a Linux te aconsejo que te vayas olvidando ya de este comportamiento y te vayas acostumbrando a actualizar lo que quieres cuando quieres. ¿Para qué quieres actualizar a una nueva versión de tu distro si las novedades que trae tú no las vas a utilizar? Lo único que puedes conseguir es tener problemas que podías haber evitado perfectamente. Yo te aconsejo más bien informarte de los cambios que trae una nueva versión antes de decidir si actualizas o no. Una buena forma de controlar tus actualizaciones es utilizar una distribución como Linux Mint, con un gestor de actualizaciones ordenado y que clasifique las actualizaciones. Ubuntu para esto no es precisamente recomendable.
Así que ya sabes, no tengas prisa y realiza las actualizaciones con moderación.
No sé si ya lo habrás adivinado, pero sí, me refiero a las actualizaciones. Y es que (casi) todos los usuarios de windows sufren versionitis. Resumiendo, necesitas actualizar todo YA. Claro, esto puede deberse perfectamente al hecho de que Microsoft nos mete las actualizaciones de windows hasta en la comida (en windows 10 no se pueden ni desactivar). O bien al hecho de que windows tiene más agujeros de seguridad que una red, por lo que hay que estar siempre actualizando esto y aquello. Incluso si sale una versión nueva de Windows te llenan el escritorio de banners para que actualices.
Si has cambiado a Linux te aconsejo que te vayas olvidando ya de este comportamiento y te vayas acostumbrando a actualizar lo que quieres cuando quieres. ¿Para qué quieres actualizar a una nueva versión de tu distro si las novedades que trae tú no las vas a utilizar? Lo único que puedes conseguir es tener problemas que podías haber evitado perfectamente. Yo te aconsejo más bien informarte de los cambios que trae una nueva versión antes de decidir si actualizas o no. Una buena forma de controlar tus actualizaciones es utilizar una distribución como Linux Mint, con un gestor de actualizaciones ordenado y que clasifique las actualizaciones. Ubuntu para esto no es precisamente recomendable.
Así que ya sabes, no tengas prisa y realiza las actualizaciones con moderación.
Confieso que aún tengo restos del contagio sobre todo con el kernel (pero es más por corregir algo de hardware) y por LibreOffice (por aquello de lo laboral) pero las pastillas de Sentido Común y el jarabe de Prudencia me han mantenido alejado de cualquier otra "recidiva versionil" pero me costó sufrirlo por varios años.
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